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11/05/2017

La Tiranía Oculta por Benjamin Freedman



Cincuenta años atrás el empresario y político judío ashkenazi estadounidense (convertido al cristianismo) Benjamin H. Freedman (1890-1984) pronunció este discurso, donde repasa algunos hechos de la reciente historia del siglo veinte, en un saludable recuento y una valiente puesta en orden de ciertas intrigas que ocurrieron, y donde expone su visión política antisionista y anticomunista. Como empresario, durante años contribuyó con aportes monetarios para Conde McGinley, editor del periódico Common Sense, de corte antisionista. En 1946, demandó al Comité Judío Estadounidense por difamación, y en 1948 demandó a la Anti-Nazi League también por difamaciones en contra de su persona. Freedman llegó a calificar la Declaración Balfour de ser una conspiración sionista. Con el paso de los años, Freedman confeccionó muchos textos, en los que denunciaba los males del sionismo y el comunismo. El texto completo de este discurso llamado La Tiranía Oculta está tomado de www.biblebelievers.com.au y lo hemos traducido al castellano para la comprensión de cualquiera, donde verá que ya no es nueva la denuncia de que los judíos sionistas en realidad no son judíos auténticos (ni racial ni doctrinariamente, dado que su judaísmo consiste  principalmente en un Talmudismo) sino unos violentos usurpadores de un nombre. Y verá además el lector la justificación alemana para malquererlos tras la Primera Guerra Mundial.

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Benjamin Harrison Freedman fue uno de los individuos más intrigantes y asombrosos del siglo 20. Nacido en 1890, fue un exitoso hombre de negocios judío de Nueva York y al mismo tiempo uno de los  dueños principales de la Compañía de Jabón Woodbury. Él rompió con la judería organizada, después de la victoria judeo-comunista de 1945, y gastó el resto de su vida y la gran preponderancia de su considerable fortuna, de al menos unos 2,5 millones de dólares, exponiendo la tiranía judía que ha envuelto a los Estados Unidos.

     El Sr. Freedman sabía de lo que estaba hablando porque él había sido una persona que había pertenecido a los niveles más altos de las organizaciones y maquinaciones judías para ganar el poder sobre nuestra nación (EE.UU.). El Sr. Freedman personalmente conoció a Bernard Baruch, Samuel Untermeyer, Woodrow Wilson, Franklin D. Roosevelt, Joseph Kennedy, John F. Kennedy, y muchos otros impulsores y agitadores de nuestros tiempos.

     Este discurso fue dado por Freedman delante de un auditorio patriótico en 1961 en el Hotel Willard, en Washington D.C., como representante entonces del periódico patriótico de Conde McGinley, Sentido Común. Aunque por algunos pequeños detalles este discurso amplio e improvisado parezca anticuado, el mensaje esencial del Sr. Freedman a nosotros —su advertencia a Occidente— es más urgente que antes.

La Tiranía Oculta  (The Hidden Tyranny)
por Benjamin Freedman 

 Aquí en los Estados Unidos, los sionistas y su co-religionarios tienen el control completo de nuestro gobierno. Por muchas razones, demasiadas y muy complejas para mencionarlas ahora, los sionistas y su co-religionarios gobiernan estos Estados Unidos como si ellos fueran monarcas absolutos de este país. Ahora usted puede decir que es una afirmación muy amplia, pero déjeme mostrarle lo que pasó mientras estábamos todos dormidos.

     ¿Qué pasó? La Primera Guerra Mundial estalló en el verano de 1914. Hay pocas personas aquí de mi edad que recuerdan esto. La guerra fue emprendida, por un lado por Gran Bretaña, Francia, y Rusia; y por el otro, por Alemania, Austria-Hungría y Turquía.

      Dentro de dos años Alemania había ganado aquella guerra: no sólo ganado nominalmente, sino ganado realmente. Los submarinos alemanes, que eran una sorpresa para el mundo, habían barrido con todos los convoys del Océano Atlántico. Gran Bretaña estuvo de pie allí sin municiones para sus soldados, con el suministro de comida para una semana –y después de esto, el hambre. Al mismo tiempo, el ejército francés se había amotinado. Ellos habían perdido 600.000 de la flor de la juventud francesa en la defensa de Verdún en el Somme. El ejército ruso estaba desertando, ellos estaban recogiendo sus juguetes para irse a casa, porque ellos no querían jugar más a la guerra, y estaban a disgusto con el Zar. Y el ejército italiano había colapsado.    

   Ni un tiro había sido disparado en suelo alemán. Ningún soldado enemigo había cruzado la frontera hacia Alemania. Y encima Alemania estaba ofreciendo las condiciones de la paz a Inglaterra. Ellos ofrecieron a Inglaterra una paz negociada en lo que los abogados llaman status quo ante. Esto significa: "Acabemos la guerra, y dejemos todo como estaba antes de comenzar la guerra". Inglaterra en el verano de 1916 estaba considerando esto muy seriamente. Ellos no tenían ninguna opción. Se trataba de aceptar o esta paz negociada que Alemania les ofrecía magnánimamente, o seguían con la guerra y serían totalmente derrotados.

     Mientras ocurría esto, los sionistas en Alemania, que representaban a los sionistas de Europa del Este, fueron al Ministerio de Guerra británico y —voy a ser breve porque ésta es una historia larga, pero tengo todos los documentos para demostrar cualquier aseveración que haga— ellos dijeron: "Fíjense en esto: Ustedes pueden todavía ganar esta guerra. Ustedes no tienen que rendirse. Ustedes no tienen que aceptar la paz negociada ofrecida a ustedes ahora por Alemania. Ustedes pueden ganar esta guerra si los Estados Unidos entran como sus aliados". Estados Unidos no estaba en guerra en ese entonces. Estábamos frescos, éramos jóvenes, éramos ricos, éramos poderosos. Ellos contestaron a Inglaterra: "Les garantizamos que vamos a llevar a los Estados Unidos a la guerra como vuestros aliados, para pelear junto a ustedes, si usted nos prometen (entregar) Palestina después de que ustedes ganen la guerra." En otras palabras, ellos hicieron este trato: "Conseguiremos que los Estados Unidos entren en esta guerra como su aliado. El precio que ustedes deben pagar es Palestina, después de que ustedes hayan ganado la guerra y hayan derrotado a Alemania, a Austria-Hungría y a Turquía". Ahora bien, Inglaterra tenía tanto derecho a prometer Palestina a cualquiera, como los Estados Unidos lo tenían para prometer Japón a Irlanda por cualquiera razón que fuese. Es absolutamente absurdo que Gran Bretaña, que nunca tuvo ninguna conexión ni ningún interés ni ningún derecho en lo que hoy es conocido como Palestina, la hubiera ofrecido como la moneda con la cual pagar a los sionistas por involucrar a Estados Unidos en la guerra. Sin embargo, ellos hicieron realmente aquella promesa en Octubre de 1916. Y poco después de esto —yo no sé cuántos aquí lo recuerden— los Estados Unidos, que estaban casi totalmente a favor de los alemanes, entraron en la guerra como el aliado de los británicos.

      Digo que los Estados Unidos estaban casi totalmente a favor de alemanes porque los periódicos aquí estaban controlados por los judíos, los banqueros eran Judíos, todos los medios masivos de comunicación en este país estaban controlados por judíos; y ellos, los judíos, estaban a favor de los alemanes. Ellos estaban a favor de los alemanes porque muchos de ellos habían venido de Alemania, y también ellos querían ver a Alemania lamer al Zar. A los judíos no les gustaba el Zar, y ellos no querían que Rusia ganara esta guerra. Estos banqueros judío-alemanes, como Kühn, Loeb y las otras grandes firmas bancarias en los Estados Unidos rechazaron financiar a Francia o a Inglaterra con ni siquiera un dólar. Ellos se mantuvieron en su actitud diciendo: “¡Mientras Francia e Inglaterra estén ligadas con Rusia, ni un centavo!". Pero ellos vertieron el dinero en Alemania, ellos lucharon al lado de Alemania contra Rusia, tratando de humillar al régimen zarista.

      Ahora: aquellos mismos judíos, cuando ellos vieron la posibilidad de conseguir Palestina, fueron a Inglaterra e hicieron este trato. Entonces todo cambió, como un semáforo que se cambia de rojo a verde. Donde los periódicos habían estado completamente a favor de los alemanes, donde ellos habían estado contando a la gente las dificultades que Alemania estaba teniendo al pelear comercialmente y en otras áreas con Gran Bretaña, de pronto resultó que los alemanes no eran buenos. Ellos ahora eran unos bandidos, eran unos hunos [hun, en inglés, es una expresión despectiva para gente con ancestros alemanes]: Ellos disparaban a las enfermeras de la Cruz Roja. Ellos cortaban las manos de los bebés. Ellos no eran nada bueno. Poco después de esto, el Sr. [Presidente estadounidense] Wilson declaró la guerra contra Alemania.

      Los sionistas de Londres habían enviado cables a Estados Unidos, al juez Brandeis, diciendo "Vayan a trabajar en el Presidente Wilson. Estamos consiguiendo de Inglaterra lo que queremos. Ahora ustedes trabajen en el Presidente Wilson y consigan que los Estados Unidos entren en la guerra". Así es cómo los Estados Unidos entraron en la guerra. No teníamos mayor interés en ella; no teníamos más derecho de estar en ella que el que tenemos a estar en la luna esta noche en vez de en este cuarto. No había absolutamente ninguna razón para que la Primera Guerra Mundial fuera nuestra guerra. Fuimos enrielados en esa guerra únicamente para que los sionistas del mundo pudieran obtener Palestina. Eso es algo que nunca le han dicho a la gente de los Estados Unidos. Ellos nunca supieron por qué entramos en la Primera Guerra.

      Después de que entramos en la guerra, los sionistas fueron a Gran Bretaña y dijeron: "Bien, realizamos nuestra parte del acuerdo. Hagamos algo por escrito que muestre que ustedes van a mantener su trato y darnos Palestina después de que ustedes ganen la guerra". Ellos no sabían si la guerra duraría otro año u otros diez años. Entonces ellos comenzaron a calcular un recibo. El recibo tomó la forma de una carta, que estaba redactada en un lenguaje muy críptico para que al final el mundo no supiera qué era todo aquello. Y esto fue llamado la Declaración Balfour.

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      La Declaración Balfour era simplemente la promesa de Gran Bretaña de pagar a los sionistas con los que habían convenido como una consideración el conseguir que los Estados Unidos entraran en la guerra. De manera que esta gran Declaración Balfour, de la que usted escucha hablar tanto, es tan falsa como un billete de tres dólares. No creo que yo pudiera hacerlo más enfático que esto.

      Aquí es donde todo el problema comenzó. Los Estados Unidos entraron en la guerra. Los Estados Unidos aplastaron a Alemania. Usted sabe lo que pasó. Cuando la guerra finalizó, y los alemanes fueron a París para la Conferencia de Paz en 1919, había allí 117 judíos, como una delegación que representa a los judíos, encabezados por Bernard Baruch. Yo estaba allí: acaso no lo sabré.

      Ahora ¿qué sucedió?. Los judíos en aquella Conferencia de Paz, cuando ellos estaban desmembrando Alemania y redistribuyendo fuera de Europa a todas esas naciones que reclamaban un derecho a una cierta parte del territorio europeo, dijeron: "¿Y cómo Palestina será para nosotros?". Y ellos produjeron, por primera vez para el conocimiento de los alemanes, esta Declaración Balfour. De esa manera los alemanes, por vez primera, lo comprendieron: "Ah, ¿de modo que ése era el juego?. Por eso los Estados Unidos entraron en la guerra". Los alemanes por primera vez entendieron que ellos fueron derrotados y que sufrieron las reparaciones fabulosas a las que fueron obligados, todo porque los sionistas querían Palestina y estaban determinados a conseguirla a cualquier costo.

      Esto nos lleva a otro punto muy interesante. Cuando los alemanes comprendieron esto, ellos naturalmente se ofendieron por ello. Hasta aquel tiempo, los judíos nunca habían estado mejor en ningún país en el mundo que como en Alemania. Usted tenía al Sr. Rathenau allí, que era tal vez cien veces más importante en la industria y las finanzas como lo es Bernard Baruch aquí en los EE.UU. Usted tenía al Sr. Balin, que fue dueño de las dos líneas de buques de vapor más grandes, Lloyd de Alemania del Norte y las Líneas Hamburgo-americanas. Usted tenía al Sr. Bleichroder, que era el banquero de la familia Hohenzollern. Usted tenía a los Warburg en Hamburgo, quienes eran los grandes banqueros mercantes —los más grandes en el mundo. Los judíos lo estaban haciendo muy bien en Alemania. Nadie cuestionaba aquello. Los alemanes sintieron: "Bien, eso fue una verdadera traición."

      Eso fue una traición que podría ser comparada con esta situación hipotética: Suponga que los Estados Unidos estaban en guerra con la Unión Soviética. Y que estábamos ganando. Y que le dijimos a la Unión Soviética: "Bien, acabemos esto. Les ofrecemos las condiciones de la paz. Olvidemos todo el asunto". Y de improviso la China Roja entra en la guerra como un aliado de la Unión Soviética. Y la irrupción de ellos en la guerra causa nuestro fracaso. Un fracaso aplastante, con reparaciones del tipo de las cuales la imaginación del hombre no puede abarcar. Imagine entonces, después de aquel fracaso, si averiguáramos que eran los chinos de este país, nuestros conciudadanos chinos, que todo el tiempo habíamos estado pensado que eran ciudadanos leales que trabajaban con nosotros, quienes nos estaban vendiendo a la Unión Soviética y que había sido por ellos por lo que China Roja había entrado en la guerra contra nosotros. ¿Cuál sería nuestro sentimiento, entonces, en los Estados Unidos, hacia los chinos?. No creo que ninguno de ellos se atrevería a mostrar su cara en alguna calle. No habría suficientes postes de alumbrado para tener cuidado de ellos. Imagine cómo nos hubiéramos sentido.

      Bien, así es cómo los alemanes sintieron hacia esos judíos. Ellos habían sido tan agradables a ellos: a partir de 1905, cuando la primera revolución comunista en Rusia falló, y los judíos tuvieron que escapar de Rusia, todos ellos se fueron a Alemania. Y Alemania les dio refugio. Y ellos fueron tratados muy amablemente. Y he aquí que ellos habían vendido a Alemania río abajo sin motivo en absoluto, además del hecho de que ellos quisieron Palestina como una así llamada "república judía" [Jewish commonwealth].

      Ahora Nahum Sokolow, y todos los grandes líderes y los grandes nombres sobre los cuales usted lee en relación al sionismo hoy, en 1919, 1920, 1921, 1922 y 1923 escribieron en todos sus papeles —y la prensa estuvo llena de sus declaraciones— que el sentimiento contra los judíos en Alemania se debe al hecho de que los alemanes comprendieron que esa gran derrota fue causada por la intercesión judía para llevar a los Estados Unidos a la guerra. Los judíos mismos admitieron eso. No era que los alemanes en 1919 descubrieron que un vaso de sangre judía sabía mejor que una Coca-Cola o que la cerveza Muenschner. No había ningún sentimiento religioso. No había ningún sentimiento contra aquella gente simplemente debido a su creencia religiosa. Era todo político. Era económico. Era todo, menos religioso. A nadie le importaba en Alemania si un judío se iba a su casa y a oscuras recitaba el "Shemá 'Yisroel" o el “Padrenuestro". A nadie le importaba en Alemania más que en Estados Unidos. Ahora, este sentimiento que se desarrolló más tarde en Alemania se debió principalmente a una cosa: los alemanes sostuvieron que los judíos habían sido los responsables de su aplastante derrota.

      Y la Primera Guerra Mundial había sido comenzada contra Alemania sin motivo por el cual Alemania fuese responsable. Ellos no eran culpables de nada, sólo de ser exitosos. Ellos construyeron una gran flota. Ellos aumentaron el comercio mundial. Usted debe recordar que Alemania en el momento de la Revolución Francesa consistía en 300 pequeñas ciudades-Estado, principados, ducados, etcétera. Trescientas pequeñas entidades políticas separadas. Y en ese breve lapso, entre los tiempos de Napoleón y Bismarck, ellos se consolidaron en un solo Estado. Y en 50 años ellos se convirtieron en una de las grandes potencias del mundo. Su marina estaba rivalizando con Gran Bretaña, ellos estaban haciendo negocios con todo el mundo. Ellos podían hacer bajar los precios a cualquiera, porque ellos podían hacer mejores productos. ¿Qué pasó como consecuencia de esto?.

      Había una conspiración entre Inglaterra, Francia, y Rusia para bajar los humos a Alemania. No hay ni un historiador en el mundo que pueda encontrar una razón válida que explique por qué aquellos tres países decidieron borrar políticamente a Alemania.


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      Cuando Alemania comprendió que los judíos eran los responsables de su fracaso, ellos naturalmente se resintieron de ello. Pero ni un pelo de la cabeza de un judío fue dañado. Ni un solo pelo. El profesor Tansill, de la Universidad de Georgetown, que tuvo acceso a todos los papeles secretos del Ministerio de Asuntos Exteriores [State Department], escribió en su libro, citando un documento escrito por Hugo Schoenfelt, que un judío a quien Cordell Hull envió a Europa en 1933 para investigar los llamados campos de presos políticos, escribió informando que los encontró en una muy buena condición. Ellos estaban en excelente estado, cada uno siendo bien tratado. Y los campos estaban llenos de comunistas. Bien, muchos de ellos eran judíos, porque los judíos resultaron ser aproximadamente el 98% de los comunistas en Europa entonces. Y había algunos sacerdotes allí, y ministros, y líderes sindicales, y masones, y otros que tenían afiliaciones internacionales.

      Algunos hechos respaldan esto: En 1918-1919 los comunistas se apoderaron de Baviera durante unos días. Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht y un grupo de otros judíos se tomaron el gobierno durante tres días. De hecho, cuando terminó la guerra el Káiser huyó a Holanda porque él pensó que los comunistas se iban a tomar Alemania como lo habían hecho en Rusia y que él iba a encontrar el mismo destino que el Zar. Así que huyó a Holanda por su seguridad. Después de que la amenaza comunista en Alemania fue sofocada, los judíos seguían trabajando aún, tratando de volver a su antiguo status, pero los alemanes lucharon contra ellos con todos los medios que pudieron, sin dañar un solo cabello de la cabeza de ningún judío. Ellos los combatieron de la misma manera que, en este país, los prohibicionistas lucharon contra cualquiera que hubiera estado interesado en el licor. Ellos no los combatieron con pistolas. Bien, éste es el modo como se luchaba contra los judíos en Alemania. Y entonces, sabe usted, había entre 80 y 90 millones de alemanes, y había sólo 460.000 Judíos. Aproximadamente un 0,5% de la población de Alemania era judío. Y aún ellos controlaban toda la prensa, y controlaban la mayor parte de la economía, porque ellos habían entrado con el dinero barato cuando la moneda alemana [el marco] fue devaluada y compraron en grandes cantidades prácticamente todo.

      Los judíos trataron de mantener en secreto este hecho. Ellos no querían que el mundo entendiera realmente que ellos habían vendido a Alemania, y que los alemanes se ofendieron por esto.

      Los alemanes tomaron la acción apropiada contra los judíos. Ellos, debo decirlo, discriminaron contra los judíos dondequiera que pudieron. Ellos los rechazaron abiertamente, de la misma forma que nosotros rechazaríamos a los chinos, o a los negros, o a los católicos, o a cualquiera en este país que nos hubiera vendido a un enemigo y hubiera causado nuestro fracaso.

      Después de un tiempo, los judíos del mundo convocaron una reunión en Amsterdam. Judíos de todos los países del mundo asistieron a esta reunión en Julio de 1933. Y ellos dijeron a Alemania: "Usted deshágase de Hitler, y regrese a cada judío a su antigua posición, ya si hubiera sido un comunista o lo que fuere. Usted no puede tratarnos de esa manera. Y nosotros, los judíos del mundo, estamos poniendo un ultimátum sobre usted". Usted puede imaginar lo que los alemanes les contestaron. ¿Entonces qué hicieron los judíos?.

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      En 1933, cuando Alemania rechazó rendirse ante la conferencia mundial de judíos en Amsterdam, la conferencia se disolvió, y el Sr. Samuel Untermeyer, que era la cabeza de la delegación norteamericana y presidente de esa conferencia, vino a los Estados Unidos y fue del barco directamente a los estudios de la CBS (Columbia Broadcasting System) e hizo una emisión de radio transmitida a todo Estados Unidos en la cuales él en efecto dijo: "Los judíos del mundo ahora declaran una Guerra Santa contra Alemania. Estamos enrolados ahora en un conflicto sagrado contra los alemanes. Y vamos a privarlos de comida hasta su rendición. Vamos a usar un boycott mundial contra ellos que los destruirá, porque ellos dependen de su negocios de exportación".

      Y es un hecho que dos tercios del suministro de comida de Alemania tuvieron que ser importados, y sólo podrían ser importados con las ganancias de lo que ellos hubieran exportado. De modo que si Alemania no pudiera exportar, dos tercios de la población de Alemania tendrían que pasar hambre. No había suficiente comida para más que un tercio de la población. Ahora en esta declaración, que tengo aquí, y que fue impresa en el New York Times el 7 de Agosto de 1933, el Sr. Samuel Untermeyer vigorosamente declaró que "este boycott económico es nuestro medio de defensa propia. El presidente Roosevelt ha abogado por su uso en la Administración de Recuperación Nacional (National Recovery Administration)", que algunos de ustedes pueden recordar, donde cualquiera podía ser boicoteado a menos que siguiera las reglas establecidas en el Nuevo Trato (New Deal), y que fue declarado inconstitucional por la Corte Suprema de aquel tiempo. Sin embargo, los judíos del mundo declararon un boycott contra Alemania, y fue tan eficaz que usted no podía encontrar ninguna cosa en ninguna tienda en ninguna parte del mundo que tuviese escrita sobre ella las palabras "Hecho en Alemania". De hecho, un ejecutivo de la Compañía Woolworth me dijo que ellos tuvieron que verter en el río millones de dólares en loza y platos; que sus tiendas eran boicoteadas si alguien entraba y encontraba un plato marcado con "Hecho en Alemania", y que ellos fueron rayados con signos que decían "Hitler", "asesino", etcétera —algo como estas sentadas (sit-ins) que están teniendo lugar en el Sur (de EE.UU.).

      En una tienda que pertenece a la cadena R. H. Macy, que fue controlada por una familia llamada Strauss, quienes también resultaron ser judíos, una mujer encontró unas calcetas allí que vinieron de Chemnitz, marcadas "Hecho en Alemania". Bien; se trataba de calcetas de algodón, y ellas pudieron haber estado allí durante veinte años, ya que he estado observando piernas femeninas durante muchos años. Vi cómo boicoteaban a Macy, con cientos de personas caminando alrededor con carteles que decían "asesinos", "Hitleristas", etcétera.

      Hasta entonces, nadie había hecho daño ni a un pelo de la cabeza de ningún judío en Alemania. No había ningún sufrimiento, no había ningún hambre, no había ningún asesinato, no había nada.

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      Naturalmente, los alemanes dijeron: "¿Quiénes son estas gentes para declarar un boycott contra nosotros y expulsar a toda nuestra gente de sus trabajos, y hacer que nuestras industrias se paralicen?; ¿quiénes son ellos para hacernos eso a nosotros?". Ellos naturalmente se ofendieron por la acción judía. Seguramente ellos pintaron esvásticas en las tiendas de los judíos. ¿Por qué debería un alemán entrar y dar su dinero a un tendero que era parte de un boycott que iba a privar de comida a Alemania hasta su rendición ante los judíos del mundo, que iban a dictar quién debía ser su Primer Ministro o su Canciller?. Bien, era ridículo.

      El boycott continuó durante algún tiempo, pero no fue sino hasta 1938, cuando un joven judío de Polonia anduvo en la embajada alemana en París y disparó a un funcionario alemán, que los alemanes realmente comenzaron a hacerse ásperos con los judíos en Alemania. Y usted los encuentra entonces rompiendo ventanas y teniendo peleas callejeras, etcétera.

      No me gusta usar la palabra "antisemitismo" porque carece de sentido, pero como aún significa algo para usted, entonces tendré que usarla. La única razón de que haya habido algún sentimiento en Alemania contra los judíos, era que ellos eran responsables de la Primera Guerra Mundial y de este boycott mundial. Finalmente ellos eran también responsables de la Segunda Guerra Mundial, porque después de que esta cosa se descontroló, era absolutamente necesario para los judíos y para Alemania romperse los cuernos en una guerra para ver quién iba a sobrevivir. Mientras tanto, yo había vivido en Alemania, y yo sabía que los alemanes habían decidido que Europa iba a ser cristiana o comunista, de manera excluyente. Y los alemanes decidieron que ellos iban a conservarla cristiana si fuera posible. Y ellos comenzaron a rearmarse. En Noviembre de 1933 Estados Unidos reconoció a la Unión Soviética. La Unión Soviética se estaba haciendo muy poderosa, y Alemania comprendió que su turno iba a venir pronto, a menos que fuera fuerte. Lo mismo cuando en este país decimos hoy: "Nuestro turno va a venir pronto, a menos que seamos fuertes". Nuestro gobierno gasta 83 u 84 mil millones de dólares para la defensa. ¿Defensa contra quién?. La defensa contra 40.000 pequeños judíos de Moscú que se tomaron Rusia, y luego, en sus caminos desviados, asumieron el control de muchos otros países del mundo.

      Que este país ahora esté al borde de una Tercera Guerra Mundial, de la cual no podemos surgir como vencedor, es algo que asombra mi imaginación. Sé que las bombas atómicas son medidas en términos de megatones. Un megatón es un término usado para describir un millón de toneladas de TNT. Nuestras bombas atómicas tenían una capacidad de 10 megatones, o 10 millones de toneladas de TNT, cuando ellas fueron primeramente desarrolladas. Ahora, las bombas atómicas que están siendo desarrolladas tienen una capacidad de 200 megatones, y Dios sabe cuántos megatones tienen las bombas atómicas de la Unión Soviética.

      ¿Qué afrontamos ahora?. Si provocamos una guerra mundial que puede desembocar en una guerra nuclear, la humanidad está acabada. ¿Por qué podría tal guerra ocurrir?. Esto ocurrirá cuando la cortina suba para el acto 3º: el acto 1º fue la Primera Guerra Mundial, el acto 2º fue la Segunda Guerra Mundial, y el acto 3º va a ser la Tercera Guerra Mundial. Los judíos del mundo, los sionistas y su co-religionarios en todas partes, han determinado que ellos van a usar otra vez a los Estados Unidos para ayudarles a retener permanentemente Palestina como el estribo para su gobierno mundial. Eso tan verdadero como que estoy aquí de pie. No sólo yo lo he leído, sino que muchos aquí lo han leído, y es sabido en todo el mundo.

      ¿Qué vamos a hacer?. La vida que usted salva puede ser la de su hijo. Sus muchachos pueden estar en camino hacia aquella guerra esta noche; y usted no lo sabe más que cuando usted sabía que en 1916 en Londres los sionistas hicieron un trato con el Gabinete de Guerra británico para enviar a sus hijos a la guerra en Europa. ¿Lo sabía usted entonces?. Ni una persona en los Estados Unidos lo sabía. No les fue permitido a ustedes saberlo. ¿Quién lo sabía?. El presidente Wilson lo sabía. El “coronel” House lo sabía [Edward “Colonel” House fue un político tejano, consejero del Presidente Wilson]. Otras personas enteradas lo sabían.

      ¿Lo sabía yo?. Yo tenía una idea bastante buena de lo que estaba ocurriendo: yo era el enlace a Henry Morgenthau en la campaña de 1912 cuando el Presidente Wilson fue elegido, y hubo conversaciones allí alrededor de la oficina. Yo era un "hombre confidencial" para Henry Morgenthau, quien era el presidente del Comité de Finanzas, y yo era el enlace entre él y Rollo Wells, el tesorero. Entonces yo me sentaba en estas reuniones con el Presidente Wilson a la cabeza de la mesa, y todos los demás, y yo los escuchaba tamborear en el cerebro del presidente Wilson el impuesto gradual sobre la renta y lo que se ha convertido en la Reserva Federal, y yo los escuchaba cómo lo adoctrinaban con el movimiento sionista. El juez Brandeis y el Presidente Wilson estaban tan unidos como dos dedos de una mano. El presidente Woodrow Wilson, cuando vino a determinar lo que estaba sucediendo, fue tan incompetente como un bebé recién nacido. Así es cómo ellos nos consiguieron en la Primera Guerra Mundial, mientras todos dormíamos. Ellos enviaron a nuestros muchachos allá para ser matados. ¿Para qué? Para que los judíos pudieran tener Palestina como su "república" (“commonwealth”). Ellos lo han engañado tanto que usted ya no sabe si usted viene o si va.

     Ahora, cualquier juez, cuando él instruye a un jurado, les dice: "Señores, cualquier testigo que ustedes encuentren que ha dicho una sola mentira, ustedes pueden desestimar todo su testimonio". Yo no sé de cuál Estado usted procede, pero en el Estado de Nueva York es el modo en que un juez se dirige a un jurado. Si aquel testigo dijera una mentira, desatienda su testimonio.

      ¿Cuáles son los hechos acerca de los judíos? (los llamo judíos ante usted, porque ellos son conocidos como "judíos". Yo no los llamo judíos por mí mismo. Yo me refiero a ellos como "los así llamados judíos", porque sé lo que ellos son). Los judíos de la Europa del Este, que forman el 92% de la población mundial de aquellas gentes que se hacen llamar "Judíos", eran originalmente Jázaros. Ellos eran una tribu belicosa que vivía en el profundo corazón de Asia. Y ellos eran tan belicosos que hasta los Asiáticos los condujeron fuera de Asia hasta Europa del Este. Ellos establecieron el gran reino de Jazaria, de más de dos millones de kilómetros cuadrados. En aquella época Rusia no existía, ni tampoco muchos otros países europeos. El reino Jázaro era el país más grande en toda Europa —tan grande y tan poderoso que cuando otros monarcas quisieron ir a la guerra, los Jázaros les podían prestar 40.000 soldados. Así de grandes y poderosos ellos eran.

      Ellos eran adoradores fálicos, lo cual es asqueroso y no quiero entrar en los detalles de eso ahora. Pero era su religión, como lo era también la de muchos otros paganos y bárbaros en otras partes del mundo. El rey Jázaro llegó a estar tan disgustado con la degeneración de su reino que él decidió adoptar una llamada fe monoteísta —ya el cristianismo, o el Islam, o lo que hoy es conocido como el judaísmo, el cual realmente es Talmudismo. Echando suertes para que el azar lo decidiese, él eligió el así llamado Judaísmo [740 d.C.]. Y se convirtió en la religión estatal. Él estableció las escuelas talmúdicas de Pumbedita y Sura e hizo formar a miles de rabinos, y abrió sinagogas y escuelas, y su gente se hizo lo que llamamos "judíos".

      No había uno solo de ellos que tuviera ni tan siquiera un antepasado que alguna vez hubiera puesto un dedo del pie en la Tierra Santa. No sólo en la historia del Antiguo Testamento, sino desde el comienzo de los tiempos. ¡Ni uno entre todos ellos!. Y todavía vienen ellos a los cristianos y nos piden apoyar sus insurrecciones armadas en Palestina diciendo: "¿Usted quiere ayudar a repatriar a la Gente Elegida de Dios a su Tierra Prometida, su hogar ancestral, verdad? Esto es su deber cristiano. Le dimos uno de nuestros muchachos como su Señor y Salvador. Usted ahora va a la iglesia el Domingo, y usted se arrodilla y usted adora a un judío, y nosotros somos judíos".

      Pero ellos son jázaros paganos que fueron convertidos exactamente igual como los irlandeses fueron convertidos. Es tan ridículo llamarlos "la gente de Tierra Santa," como lo sería el llamar “árabes” a los 54 millones de musulmanes chinos. Mahoma sólo murió en 620 d.C., y desde entonces 54 millones de chinos han aceptado el Islam como su creencia religiosa. Ahora imagine, en China, a 3.200 kilómetros de distancia de Arabia, del lugar de nacimiento de Mahoma y de La Meca. Imagine si los 54 millones de chinos decidieran llamarse "árabes". Usted diría que ellos son lunáticos. Cualquiera que crea que aquellos 54 millones de chinos son árabes debe estar loco. Todo lo que ellos hicieron fue adoptar como una fe religiosa una creencia que tenía su origen en La Meca, en Arabia. Lo mismo ocurrió con los irlandeses. Cuando los irlandeses se hicieron cristianos, nadie los vertió en el océano y los exportó a la Tierra Santa como una nueva cosecha de habitantes. Ellos no habían llegado a ser una gente diferente. Ellos eran la misma gente, pero ellos habían aceptado el cristianismo como una fe religiosa.

      Estos jázaros, estos paganos, estos asiáticos, estos turco-fineses, eran una raza mongoloide quienes fueron echados de Asia en dirección a Europa del Este. Como su rey tomó la fe talmúdica, ellos no tuvieron ninguna elección en la materia. Exactamente igual como en España: Si el rey era católico, cada uno tenía que ser católico. Si no, usted tenía que salir de España. De esa manera los jázaros se convirtieron en lo que hoy llamamos "judíos".

      Ahora imagine cuán tonto era para los grandes países cristianos del mundo decir: "Vamos a usar nuestro poder y prestigio para repatriar a la Gente Elegida de Dios a su patria ancestral, su Tierra Prometida”. ¿Podría haber un engaño más grande que ése?. Como ellos controlan los periódicos, las revistas, la radio, la televisión, el negocio de publicación de libros, y porque ellos tienen a los ministros (religiosos) en los púlpitos y a los políticos en los estrados hablando el mismo lenguaje, no es demasiado sorprendente que usted crea aquella mentira. Usted creería que el negro es blanco si usted lo oyera bastante a menudo. Usted no lo llamaría negro nunca más —usted comenzaría a llamar al blanco, negro. Y nadie podría culparle. Ésta una de las grandes mentiras de la Historia. Es el origen de toda la miseria que ha acontecido al mundo.

      ¿Sabe usted lo que los judíos hacen durante el Día de la Expiación [Yom Kippur], que usted piensa que es tan sagrado para ellos?. Yo era uno de ellos. Esto no es un rumor. No estoy aquí para ser un agitador. Estoy aquí para darle a usted hechos. Cuando, durante el Día de la Expiación, usted está en una sinagoga, usted se pone de pie para el primer rezo que usted recita. Éste es el único rezo para el cual usted se pone de pie. Usted repite tres veces una corta oración llamada el Kol Nidre. En aquella oración, usted entra en un acuerdo con Dios Omnipotente para que cualquier juramento, voto, o promesa que usted haga durante los próximos doce meses serán nulos y estarán vacíos y sin fuerza legal. El juramento no será un juramento; el voto no será un voto; la promesa no será una promesa. Ellos no tendrán ninguna fuerza o efecto. Y en adelante, el Talmud enseña que siempre que usted preste un juramento, haga un voto o una promesa, usted debe recordar el Kol  Nidre que usted recitó durante el Día de la Expiación, y usted estará eximido de cumplirlos. ¿Cuánto puede usted confiar en la lealtad de ellos?. Usted puede confiar en su lealtad tanto como los alemanes confiaron en ella en 1916. Vamos a sufrir el mismo destino que Alemania sufrió, y por la misma razón.

Fuente: editorial-streicher.

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